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Historia

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 Historia

 
Orígenes y toponimia
 
Existen muchas dudas sobre los orígenes de la ciudad de Murcia. Hay constancia de que fue mandada fundar con el nombre de Madina Mursiya el 25 de julio del año 825 por el emir de Al-Ándalus Abderramán II con el objetivo de sofocar las revueltas entre yemeníes, muladíes y las castas dominantes hispanogodas que ensangrentaban las tierras de la Cora de Tudmir, así como para hacer más fuerte el poder del Emirato de Córdoba en una cora escasamente islamizada. Historiadores como Rodríguez Llopis defienden sin embargo que lo que se produjo en aquel año no fue la fundación sino el traslado de la capitalidad de Tudmir a una Murcia ya existente.6
 
Lo cierto es que todo parece indicar que ya existía un pequeño lugar poblado en esta misma zona, cuyos órígenes se remontarían a una villa romana denominada Murtia, en clara referencia a la existencia de humedales y mirtos -arrayanes- en torno a ella.6 De hecho, está arqueológicamente demostrado el desarrollo de un extenso complejo de villae romanas en el valle del Segura que aprovechaban la feracidad de las terrazas fluviales y la abundancia del agua del río.33
 
Prehistoria y Edad Antigua
 
Sin embargo, las evidencias humanas más antiguas en el actual territorio del municipio de Murcia pertenecen a la Cultura del Argar; cultura desarrollada durante la Edad del Bronce que tuvo su centro en el sureste ibérico con un avanzado concepto de urbanismo, además del dominio de la agricultura y la metalurgia del bronce.
 
En la época prehistórica, así como en la antigüedad, la mayoría de asentamiento humanos se concentraron en los rebordes montañosos de la depresión prelitoral o vega del Segura. Así, en el reborde sur destacan los yacimientos del Puntarrón Chico de Beniaján de época argárica,34 o Santa Catalina del Monte del Bronce Final.35 En el reborde norte destaca el yacimiento de la Cuesta de San Cayetano de Monteagudo, con una secuencia que va desde el Argar, pasando por el Bronce Tardío y el mundo íbero, finalizando en la Roma altoimperial.36
 
Con la llegada de la Edad del Hierro, los íberos, concretamente los contestanos, tuvieron un especial desarrollo en el reborde sur con los yacimientos del Verdolay, en donde aparece un importante poblado, con una necrópolis asociada (el Cabecico del Tesoro) y un santuario (el Santuario de la Luz) datados entre el 500 a. C. y la romanización.37
 
Fue en plena época romana cuando comenzaron los asentamientos en el fondo del valle del Segura, zona de almarjales y aguas estancadas que fueron convertidas al cultivo a través de las primeras evidencias de aprovechamiento hídrico de la zona, como se ha podido comprobar en yacimientos como el de Senda de Granada.38 Como ya se ha comentado, el origen antiguo de Murcia estaría en una de esas villae que aparecieron en áreas más próximas al río Segura.
 
La referida zona de la Cordillera Sur vivió otro impulso poblacional durante la época tardorromana-visigoda, con los yacimientos del Martyrium de La Alberca del siglo IV39 y la Basílica del LLano del Olivar de Algezares (siglo VI).40
 
Edad Media (etapa musulmana)
 
Aunque la explotación agraria y el aprovechamiento hídrico a gran escala del valle en donde se encuentra Murcia se remonta a tiempos romanos; fueron los árabes los que, valiéndose del curso del río Segura que atraviesa la depresión prelitoral, perfeccionaron y ampliaron una compleja red hidrológica formada por acequias, brazales y regaderas, dando impulso a la ciudad convirtiéndola en uno de los centros de producción agraria más importantes de Al-Andalus. Esto llevó a que a partir del siglo X Murcia se convirtiera en capital política y centro económico de la Cora de Tudmir.41
 
No fue hasta la segunda mitad del siglo XI, tras el fin del Califato, cuando la ciudad de Murcia encabezó su primer reino taifa independiente bajo el mandato de Abu Abd al-Rahman Ibn Tahir.42 Conquistada por Al-Mutamid de Sevilla, fue epicentro del conflicto entre éste y su visir Ibn Ammar.
La ciudad capitalizó un segundo reino taifa de la mano de Ibn Mardanis; conocido por los cristianos como Rey Lobo. Durante este periodo (1147-1172) Murcia vivió un momento de esplendor convertida en un centro político y cultural comparable a las principales capitales islámicas del momento, siendo cabeza de la resitencia almorávide frente al Imperio Almohade.43
 
Tras la victoria cristiana en Las Navas de Tolosa (1212), Castilla se expandió hacia el sur, dirigiéndose hacia la taifa de Murcia, que en su tercer periodo estuvo regida por la dinastía de los Banu Hud, que tras 1228 se habían sublevado contra los almohades consiguiendo el control de casi toda Al-Andalus teniendo su capital en Murcia.44 Finalmente, el infante Alfonso de Castilla (futuro Alfonso X el Sabio) acordó con Ibn Hud al-Dawla el vasallaje de la ciudad en 1243 a través del Tratado de Alcaraz, incorporándola a la Corona de Castilla en forma de protectorado.
 
Edad Media (etapa cristiana)
 
En 1264 los mudéjares se sublevaron contra los castellanos por el incumplimiento de lo pactado. Alfonso X, empleado entonces en el asedio de Niebla (Huelva), pidió ayuda urgente a su suegro Jaime I de Aragón. Tropas de la Corona aragonesa sofocaron la rebelión en 1266, eliminando los restos de autonomía musulmana. Jaime I de Aragón licenció a 10000 aragoneses para repoblar la zona, concediéndoles tierras, en algunos casos grandes extensiones. 45
 
Desde la segunda mitad del siglo XIII, Murcia concentraba tres núcleos de población (cristianos, judíos y musulmanes). Tras el fin del protectorado, Alfonso X el Sabio estableció las bases sociopolíticas del municipio al concederle el Fuero de Sevilla, convirtiéndola así mismo en capital del nuevo reino de Murcia al ser la sede del Adelantado Mayor y tener voto en Cortes. En el contexto de la Corona de Castilla, Murcia fue durante el reinado de Alfonso el Sabio una de las tres capitales en las que iba rotando la corte itinerante, junto a Toledo y Sevilla.46
 
En el año 1291 Murcia se convirtió de manera oficial en la sede episcopal de la Diócesis de Cartagena tras el beneplácito de Sancho IV el Bravo.8
 
En el contexto de la crisis dinástica en la corona castellana, Jaime II de Aragón ocupó la ciudad en el 1296, devolviéndola posteriormente a control castellano en virtud de la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304).47
 
Durante el siglo XIV se vivió una profunda crisis que afectó a la actividad agrícola de la huerta de Murcia y por ende a la ciudad, debido a las epidemias de peste y al contexto de inseguridad que se vivía en todo el reino de Murcia, afectado como estaba por una triple frontera (con la corona de Aragón, con un Mediterráneo atestado de corsarios y sobre todo con los musulmanes granadinos).
A mediados del siglo XV comenzó una recuperación económica gracias al final de la amenaza granadina. En 1452 las tropas de la ciudad de Murcia junto con las de Lorca vencieron en la batalla de Los Alporchones a huestes musulmanas provenientes del reino nazarí. A partir de 1482, tanto Murcia como Lorca se convirtieron en la base de operaciones para las campañas militares que los Reyes Católicos lanzaron sobre la parte oriental del reino de Granada. La ciudad de Murcia sirvió de residencia a los monarcas en 1488.48
 
Siglos XVI y XVII
 
En el 1520 Murcia se unió al movimiento comunero aunque con unos matices totalmente distintos al resto de Castilla por su claro sentimiento antioligarquico que entroncaba con los conflictos que se vivían en la región a finales del siglo XV. Los comuneros murcianos implantaron una junta de síndicos con cierta representación popular y elegidos por parroquias.49
 
En el reinado de Felipe II, tropas murcianas bajo mando de Luis Fajardo; II Marqués de los Vélez y adelantado del reino de Murcia, ayudaron a sofocar la rebelión morisca en el Reino de Granada.50 Este hecho hará que se le conceda a Murcia el título de Muy noble y muy leal.51 El conflicto de las Alpujarras supondrá así mismo el hundimiento del sector sedero granadino, y en consecuencia, el auge de la seda murciana que permitirá a la ciudad y su reino esquivar los efectos de la crisis finisecular del siglo XVI a diferencia de Castilla. De hecho, la crisis no llegaría a Murcia hasta la tercera década del siglo XVII.52
 
En el año 1613, Felipe III decidió la expulsión de los moriscos murcianos que todavía quedaban en las diseminadas aljamas de la huerta y que tan vitales fueron para la producción sericícola.53
La crisis se precipitó sobre la ciudad con la epidemia de peste de 1648 y la posterior Riada de San Calixto, que en 1651 arrasó Murcia con una avenida del río Segura que causó más de 1000 muertos.54
 
Siglo XVIII
 
En el año 1706 fue nombrado obispo de Cartagena Luis Belluga y Moncada. En el contexto de la Guerra de Sucesión Española fue el artífice del triunfo de la causa borbónica en la ciudad, por lo que se tuvo que enfrentar a varios regidores pro austriacos. En 1705 organizó la defensa de Murcia ante el avance de la causa austracista en el sureste. Con la ciudad cercada por tropas austracistas, Belluga ordenó la inundación intencionada de la huerta para evitar que Murcia fuera tomada y organizó las milicias que vencieron en la batalla del Huerto de las Bombas, a las afueras de la ciudad. Esta victoria supuso un giro en la Guerra de Sucesión comenzando así el avance de la causa borbónica a nivel nacional que culminaría en la batalla de Almansa.
 
Durante el siglo XVIII Murcia vivió una importante expansión económica. La base de este crecimiento se cimentó en un impulso agrícola basado así mismo en el aumento de la superficie cultivada. Las roturaciones provocaron una mayor extensión de la huerta de Murcia y de cultivos de secano en la zona de campo, algo que trajo consigo la aparición de asentamientos humanos en dichas áreas (el origen de muchas de las actuales pedanías).55 Como afirma el historiador Rodríguez Llopis, Murcia alcanzó a finales de siglo la cifra de 70.000 habitantes.56 En este contexto de riqueza continuó teniendo un importante papel el comercio de la seda, de hecho en 1770 se instaló en Murcia la Real Fábrica de Hilar Sedas a la Piamontesa.
 
La boyante coyuntura quedó reflejada en las artes y el urbanismo de la ciudad. Es la época de las iglesias y palacios barrocos y del escultor Francisco Salzillo. La expansión motivó que el primer asentamiento humano en la margen derecha del Segura se afianzara; el hoy conocido como Barrio del Carmen.
 
A finales del siglo XVIII, el murciano José Moñino Redondo, conde de Floridablanca fue nombrado ministro de Carlos III. Floridablanca favoreció notablemente a la tierra que le vio nacer a través de infraestructuras y medidas de carácter ilustrado.57
 
Siglo XIX y XX
 
Con el estallido de la Guerra de la Independencia española en 1808, en la ciudad de Murcia se creó una Junta Suprema que pretendió extender su autoridad en todo el reino de Murcia ante la ausencia del poder real.58
 
En 1810 se produjo la entrada de las tropas francesas de Sebastiani, el día 24 de abril la ciudad fue saqueada brutalmente.59 En enero de 1812 las tropas francesas del general Soult entraron también en la ciudad. En la calle de San Nicolás se produjo un encontronazo entre los soldados de Soult y las milicias del general Martín de la Carrera, que murió en dicho combate.
 
En febrero de 1820, tras el alzamiento de Riego que supuso el inicio del Trienio Liberal, el vizconde de Huertas orquestó con campesinos de la huerta y algunos militares el asalto a la prisión para liberar a los presos políticos. En marzo, junto con destacados comerciantes, obligó al consistorio a jurar la constitución de 1812.60
 
Con la creación de las actuales provincias en 1833, Murcia se convirtió en capital de la de igual nombre, mientras que el antiguo reino de Murcia se dividió en las provincias de Murcia y Albacete.61
 
En 1862 comenzaron a discurrir trenes entre Murcia y Cartagena, y en 1865 la ciudad ya estaba conectada por ferrocarril con Albacete y Madrid.62 La llegada de este medio de transporte supuso una ampliación urbana hacia el sur, desarrollándose más aún el mencionado Barrio del Carmen.
 
Durante el Sexenio Democrático, se produjeron dos levantamientos en Murcia de carácter federal, el primero en 1869 y el segundo en 1872, dirigidos ambos por el el revolucionario Antonio Gálvez Arce, conocido popularmente como Antonete Gálvez.63 En el verano de 1873 la ciudad se unió al Cantón Murciano que se había proclamado en la sublevación cantonal de Cartagena,64 siendo uno de los principales conflictos a los que se tuvo que enfrentar la I República Española.
 
El 15 de octubre de 1879 acaeció la conocida como riada de Santa Teresa, una de las mayores de la historia de Murcia, la región murciana y toda la cuenca del Segura, que produjo cerca de 800 muertos en la ciudad y su huerta.
 
En los años de la II República, Murcia fue una ciudad con voto mayoritario de izquierdas en las sucesivas elecciones que tuvieron lugar.65 Durante la guerra civil, la ciudad permaneció fiel a la República hasta el 29 de marzo de 1939 cuando la IV División Navarra al mando de Camilo Alonso Vega tomó Murcia, apenas dos días antes del final de la contienda.66
 
Durante la dictadura franquista, tras la dura posguerra Murcia vivió una gran expansión urbana que le llevó a superar sus tradicionales límites bajo el sello del desarrollismo de la época, a costa de la huerta circundante y de parte del casco histórico.67
 
Con la llegada de la Transición y la nueva organización territorial por autonomías, la ciudad se convirtió en capital de la comunidad autónoma de la Región de Murcia, siendo sede de la presidencia y las consejerías, no así del parlamento, sito en la ciudad de Cartagena.
 
Murcia ha vivido en las últimas décadas del siglo XX un gran auge económico y demográfico que la ha situado como el séptimo municipio español por volumen de población.

 

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