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La cultura española durante el franquismo

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La cultura española durante el franquismo


-El poeta Miguel Hernández, muerto en prisión en 1942, fue retratado por su compañero de cautiverio Antonio Buero Vallejo, quien posteriormente alcanzaría gran aceptación en la escena teatral con una amarga visión del ser humano y la sociedad. La vida cultural española de la posguerra se vio trágicamente ensombrecida por la muerte violenta de destacadas personalidades identificadas con uno y otro bando (Federico García Lorca, Ramiro de Maeztu, Pedro Muñoz Seca). Por causas naturales habían muerto Valle Inclán y Unamuno (en enero y diciembre de 1936, respectivamente) y Antonio Machado (al poco de cruzar la frontera francesa en 1939).

-Vicente Aleixandre, entre los poetas del 27 fue el que mejor representó la apuesta vital e intelectual por un exilio interior fecundo pero discreto, como el del pintor Joan Miró. En cambio, destacados representantes de la generación de la amistad, como Dámaso Alonso y Gerardo Diego, se implicaron en las instituciones culturales del franquismo; mientras que otros, como Luis Cernuda o Rafael Alberti, salieron a un exilio que compartieron con una pléyade de escritores (Ramón J. Sender, Claudio Sánchez-Albornoz, Américo Castro, José Bergamín, León Felipe, Francisco Ayala, Arturo Barea), músicos (Manuel de Falla, Pau Casals), artistas plásticos (Pablo Picasso, Julio González, Alberto Sánchez Pérez, Josep Lluis Sert84 ), científicos y profesionales de todas las disciplinas; cuyo reconocimiento internacional era altísimo en universidades y todo tipo de instituciones culturales, culminando en los premios Nóbel de Juan Ramón Jiménez -literatura, 1956- y Severo Ochoa -medicina, 1959-. La concesión del mismo premio a Aleixandre en 1977 -año en que regresaron destacados exiliados supervivientes- se entendió como la convalidación internacional de la recuperación de la democracia en España.

-Monumento a José María Pemán (el juglar de la Cruzada). Fue también un destacado monárquico que llegó a presidir el consejo privado de Juan de Borbón. Los intelectuales próximos al franquismo (Ernesto Giménez Caballero, Luis Rosales, Agustín de Foxá) o los que por una razón u otra procuraron aproximarse (Josep Pla, Azorín, Jacinto Benavente) han sufrido un destino común en cuanto a su valoración posterior: ganaron la guerra y perdieron la historia de la literatura.

-Gonzalo Torrente Ballester, como otros intelectuales procedentes del falangismo (Pedro Laín, Dionisio Ridruejo), se fueron distanciando del régimen. El final del franquismo significó apertura de un significativo espacio cultural que ocuparon autores directamente hostiles al régimen, como Manuel Vázquez Montalbán y otros del grupo novísimos. El impacto editorial del boom latinoamericano tuvo una gran influencia. Otras figuras consagradas continuaron con una activa producción literaria, como Camilo José Cela o los autores de la generación del 50. La universidad se convirtió en uno de los baluartes de la oposición al franquismo, como demostró en febrero de 1965 el escándalo de la privación de sus cátedras de Enrique Tierno, José Luis López Aranguren y Agustín García Calvo, con los que se solidarizaron Antonio Tovar y José María Valverde.

-Joaquín Rodrigo (Concierto de Aranjuez, Fantasía para un gentilhombre) fue la figura más importante de la música culta española del franquismo, que también dispuso de directores de la talla de Ataúlfo Argenta e intérpretes como Narciso Yepes y Andrés Segovia. La danza española se codificó con Vicente Escudero (Decálogo del buen bailarín, 1951). Los folclores regionales fueron revitalizados a través del extenso trabajo de rescate y recopilación de Coros y Danzas (Sección Femenina de Falange); y de esfuerzos individuales como el del dulzainero segoviano Agapito Marazuela. La música popular estuvo presidida por la denominada canción española, en la que intérpretes como Imperio Argentina y Concha Piquer ponían voz a la obra de compositores y poetas de extraordinaria calidad, como Quintero, León y Quiroga.

-Antoni Tapies y otros representantes del arte rupturista con los convencionalismos académicos (Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca) consiguieron apoyo institucional y espacio en la vida cultural del franquismo.

-La inicial negativa y posterior rectificación municipal para instalar La sirena varada de Eduardo Chillida en el Museo de escultura al aire libre de Madrid fue un sonoro escándalo cultural de los años 70.

-El director de cine Luis Buñuel, exiliado en México y Francia, fue admitido en el cine español de los años sesenta, suscitando con Viridiana (1961) un escándalo que el propio Franco consideraba un exceso de celo clerical. La censura del cine y los demás medios de comunicación de masas durante el franquismo produjo algunos extremos ridículos (escándalo de Gilda -1946-, alteración del guion de Mogambo-1953-). A pesar continuar hasta los años setenta, se mitigó mucho con el tiempo, permitiendo producciones de gran altura artística que incluían un componente crítico bastante evidente, como las de Carlos Saura, Luis García Berlanga o Juan Antonio Bardem.

 

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